María Manuela Kirkpatrick, esposa del conde de Teba, le gustaba contar que un fuerte terremoto precipitó el nacimiento de la futura Emperatriz de Francia. Ocurría el 5 de Mayo de 1826 en Granada, de esta manera tan peculiar vino al mundo Eugenia de Guzman. Nada hacía imaginar que aquella niña prematura de tez pálida y cabellos cobrizos de ojos azul violeta, se convertiría en la Emperatriz de Francia.
A Eugenia le fascinaba el cante y baile flamenco, y las corridas de toros desde su más tierna infancia.
Eugenia y su hermana Francisca
La condesa de Tebas decide abandonar Madrid y todas las fiestas aristocráticas que ella misma realizaba en palacio por exiliarse en París, pues en España se atravesaba un tiempo convulso entre las sangrientas guerras carlistas tras la muerte de Fernando VII y un brote de cólera que acaecía.
Eugenia no llevaba del todo bien su estancia en París, ella y su hermana Paca fueron inscritas en un colegio elitista en la escuela del Sacré-Coeur, en el barrio de Saint-Germain. Eugenia no soportaba la rígida disciplina de su nueva escuela, ya que sus compañeras se burlaban de ellas y las llamaban las "extranjeras".
Aunque lo que peor llevaba era la ausencia de su padre, que permanecía en Madrid, desempeñando el cargo de Senador.
Cuando contaba con trece años, fallece su padre, al que estaba muy unida. Aunque ya desde hacia tiempo Don Cipriano ya había roto su relación con su esposa y habían tomado caminos distintos guardando las apariencias.
Tras finalizar la guerra carlista la viuda Condesa de Montijo, regresa a Madrid y se instalan en el palacio de Ariza, con el solo propósito de casar bien a sus hijas. Una vez finalizado el luto, Manuela retoma su intensa vida social ofreciendo bailes y recepciones de los más adinerados y codiciados aristócratas solteros.
Eugenia se había convertido en una muchacha de una belleza sin igual.
Se enamoro de Jacobo Fitzt-Jame Stuart, duque de Alba, al parecer el tímido aristócrata dudaba entre las dos hermanas, pero la condesa de Montijo ya había elegido al duque para su hija mayor , Paca.
Eugenía vivió este desengaño amoroso como un auténtico drama. Se comento que quiso quitarse la vida e ingresar en un convento.
No sería este su primer desengaño. La Condesa de Tebas no le iba a ser fácil buscar un buen partido para Eugenia ya que esta no era tan dócil como su hermana y espantaba a todos los pretendientes que le buscaba.
Al cumplir los 20 años se enamoró de Pepe Alcañices, duque de Sesto y gran donjuán que durante un tiempo la estubo cortejando, pero nunca llegaría el momento de pedir su mano.
Tras la proclamación en diciembre de Luis Napoleón como presidente de la Segunda República, la condesa de Teba regresaría a París, instalándose en con su hija en un apartamento en la plaza Vendônme. Con el único propósito de presentar a su hija a la alta sociedad parisina.
Eugenia conocería a Luis Napoleón III en una recepción.
Napoleon Bonaparte III
No le llamo la atención del soltero que tenía fama de mujeriego, casi le doblaba la edad, contaba ya con 23 años. Era alta y delgada con una cintura de abispa y vestía siempre al a última.
Uno de sus encuentros tuvo lugar durante la cena de Fin de Año que se celebró en el palacio de la princesa Matilde. Al sonar las doce campanadas Luis debía besar a Eugenia, que se sentaba as su lado, pero ella aparto la mejilla mientras en tono de disculpa le decía " En mi país, señor, las mujeres solo besan a sus padres o a sus esposos".
En otra ocasión en la que coincidieron otra velada el dedicó todas sus atenciones a Eugenia y le preguntó "¿Cómo llegar a su dormitorio, señorita?", a lo que la joven granadina le respondió "por la capilla, señor".
El 21 de noviembre de 1852, el príncipe-presidente era elegido Emperador de los franceses con el nombre de Napoleón III.
Durante meses, este, cortejo a la joven obsequiandole con valiosas joyas
Cuando llegó a oídos de la Corte y de su familia no fue muy bien avenido pues la trataban de seductora arribista. Solo fue apollado por la princesa Matilde que dio su incondicional apoyo a la pareja pues la veía totalmente enamorados.
Palacio de las Tullerías
En el Palacio de las Tullerías Napoleón III anunció a los miembros del Gobierno su intención de contraer matrimonio con su amada, en la que dio un discurso, en el que decía, que no se iba a casar con las tradiciones de la vieja política. Si no que se el había elegido por amor a Eugenia, a la que amaba y respetaba y no lo haría con una desconocida para agradar a su familia y Gobierno.
El 30 de enero de 1853 , en la basílica de Notre-Dame de París se celebra el enlace con toda la pompa imperial.
Eugenía lucía radiante un vestido de novia en satén blanco, diseñado por madame Vignon, adornado con pequeños brillantes y cubierto por un manto de encaje inglés que finalizaba en una cola de terciopelo de cuatro metros. En su cabeza lucía una espléndida diadema de diamantes y zafiros.
Enlace de Eugenia y Luis
Los recién casados pasaron su luna de miel en una solariega mansión de Villenueve-l´Etang, donde pudieron estar solos y lejos de las miradas indiscretas.
Ya siendo Emperatriz no se limitaría a su papel de consorte y participaría activamente en los asuntos políticos.
Creo tendencia en la Corte pues popularizó el uso del miriñaque de crinolina, que acentuaba su fino talle; las amplias pamelas, el collar de chatones, el color malva (que era su favorito), y el escote que realzaba sus hombros. Se delineaba los ojos con Kohl, cuidaba sus pestañas con abéñula y se pintaba los labios con rojo carmín. Y las Damas de la Corte imitaban sus peinados, sus recogidos de bucles y el cabello adornado con flores naturales; incluso se teñían el pelo de su color caoba rojizo.
El 16 de marzo de 1856 nacía en el Palacio de las Tullerías el ansiado heredero, el príncipe imperial Eugenio Bonaparte. Fue un parto muy largo (veintidós horas) y doloroso que estuvo a punto de costarle la vida a la Emperatríz. Mientras el pueblo celebraba las llegada del príncipe, Eugenia guardaba reposo dos semanas en cama.
Pronto llegaría su desencanto conyugal, se enteraría de que Luis le era infiel. Lo que hizo que se distanciara de el. Las aventuras extramatrimoniales se multiplicaron hasta 1855 en que llegaría a la Corte la Condesa de Castiglione, una exuberante italiana de dieciocho años de edad que encandilaría a Luis, siendo la rival más fuerte de Eugenia.
En otoño de 1860 fue especialmente triste para Eugenia, fallecía de tuberculosis su hermana Paca, que había sido un apoyo siempre y con la que mantenía una estrecha relación, no solo de parentesco sino que era su confidente. Lo que hizo que se recluyera lejos de su marido en Escocia.
Eugenia se quedaría viuda a la edad de 47 años.
Lo que haría a su hijo Eugenio Bonaparte un joven de 18 años en un prometedor sucesor de su padre.
Eugenia soñaba para el un futuro esplendido y prometedor.
Incluso se hablo de que quería casarlo con Beatriz la hija menor de la Reina Victoria.
Pero en enero de de 1879 le sobre vendría la muerte de nuevo, esta vez era su único hijo que sería abatido en en Sudáfrica, convatiendo junto al Ejército britanico contra los insurrectos zulúes.
Tras las exequias que se realizaron con toda la ponpa y honores, Eugenia busco un lugar donde descansaran los restos mortales tanto de su marido como hijo, lo que hiciera que comprara una propiedad en el condado de Hampshire, en Farnborough, donde mando construir una capilla y una cripta.
Eugenia de luto por su hijo
En 1888 compro unos terrenos en la Riviera Francesa y mandó construir una hermosa villa frente al mar.
Ya en 1920 se animó a regresar a España. Tenía 94 años y fue muy bien recibida por sus sobrinos, los duques de Alba y su ahijada la Reina Victoria Eugenia.
Eugenia a sus 94 años de edad
Estaba casi ciega y ningún especialista había podido aliviar su mal. El doctor Barraquer la operó con exito de cataratas y de nuevo recobro la visión.
Se sentía tan animada que decidió regresar a Inglaterra, pero unos días antes de emprender su viaje falleció en el Palacio de Liria de Madrid.
Su cuerpo fue trasladado a París, donde más de tres mil personas le rindieron su último tributo.
Fue enterrada en la cripta de Saint-Michel en Farnborough, donde al fin pudo descansar al lado de su amado hijo y al hombre que la hizo entrar en la historia.
Como en tantas ocasiones, se ha llevado la vida de grandes reinas a la gran pantalla, y no iba a ser menos Eugenia de Montijo, que seria interpretada por Amparo Ribelles para el deleite de todos los españoles.
Cartel de cine
Espero os guste la historia de esta gran mujer tanto como a mi.